Updated: Oct 10, 2020

La sonrisa interior es una de las prácticas más conocidas del Qi Gong, arte curativo de la tradición medica oriental. A través de la sonrisa, dirigida a los órganos y las glándulas endocrinas, podemos armonizar sus funciones, y además nos permite desarrollar una mayor escucha interna.
Cuando sonreímos, nuestro cuerpo produce las hormonas “de la felicidad” (endorfinas, dopamina y serotonina) que nos ayudan a disminuir el estrés, bajar la frecuencia cardíaca y nos proporcionan la calma que requiere la práctica de la apnea.
Evidentemente, la sonrisa interior también nos puede ayudar para sostener el esfuerzo físico y emocional en otras disciplinas corporales, como la natación, y en realidad para cualquier situación en la vida que nos suponga un reto o una dificultad.
¿En qué consiste la práctica taoísta de la sonrisa interior?
Hay algunos elementos clave que te pueden ayudar a despertarla.
Visualizar y sentir con el máximo de detalles sensoriales una situación agradable, o conectar con un paisaje de la naturaleza en el que te sientes acogido, feliz.
Conectar con la zona del tercer ojo y situar en ella una luz brillante como la del sol o la de una estrella que ilumina tu corazón y tu cara con una sonrisa.
Sentir en tu corazón la fuente de gratitud y amor, y dejar que suba esta energía hacia el gesto de sonrisa en tu cara (en la comisura de tus labios y en tus ojos).
Si estos elementos no son suficientes, también puedes:
Visualizarte a ti mismo o a alguien querido delante de ti sonriéndote; esto despierta el “reflejo de espejo”.
Una vez sientas de una manera genuina la sonrisa en tu corazón y en tu rostro, puedes enviarla a cada músculo de tu cuerpo, como una caricia amorosa. Si practicas apnea puedes dirigirla especialmente hacia los pulmones y el corazón.
Gracias a la propiocepción, cuando sonreímos nuestro cerebro recibe el mensaje de los músculos de la cara y se sintoniza con ese bienestar, produciendo una cascada de hormonas saludables para todo el cuerpo.
Te animo a experimentar:
Inspira y, reteniendo el aire en tu interior, en apnea, cuenta hasta 10, 20 o 30 segundos antes de volver a exhalar. Luego toma tres respiraciones profundas para oxigenarte de nuevo. ¿Cómo te sientes?
Haz el mismo ejercicio practicando la sonrisa interior desde el principio hasta el final y observa la diferencia.
Una curiosidad: ¿Te has preguntado cuántas veces al día sonríes?
Xènia Ros